Mi hija tiene 9 años, tiene un hermano de 6. Los dos son hijos de su tiempo. Les gustan las construcciones, los peluches, la Nintendo DS y la tele. Lo manejan todo muy bien, el ordenador ya no tiene secretos. Lo manejan todo tan bien que en muchos de estos juegos ni requieren mi presencia. Cosa que a la vez me alivia, supongo que no tengo tanta energía como antes, pero al mismo tiempo lo encuentro un poco triste que tan pequenitos ya no me necesiten para su tiempo de juego en casa.
Cuando mi hija decidió que quería tejer su mono pense "estupendo, le voy a enseñar lo que me enseñó mi abuela y ala..." un poco con el chip de mi mínima intervención en el juego puesto.
Así empezó la experiencia. Solo al leer las instrucciones era evidente que Liah no lo iba a poder hacer sola. Teníamos que empezar un proyecto juntas. Yo iba a tener que parar, leer, compartir y crear tanto como ella. Ella iba a tener que parar, leer, escuchar y reproducir lo que le iba a enseñar. Durante unos días hemos tenido este vínculo ella y yo. Hacíamos una cosa juntas que nos ha unido. No digo que no existía este vínculo antes pero esta cierto que el cariño, la dedicación y el orgullo del trabajo acabado son unos atributos que este juego ha destacado en las dos.
No me esperaba tanto de un mono de lana pero ahí esta y lo quería compartir porque me parece importante que recordemos que nuestro papel de padres esta tanto en la disciplina como en el juego.
